
Muchas veces vemos como hermanos se alejan de la Iglesia y es fácil decir:
- Si tenía una posición importante cómo es posible que se haya alejado de esa forma?
- No era tan buen cristiano después de todo si prefirió el mundo a la bendición de Dios.
- Se alejó de la Iglesia, que asuma las consecuencias
y demás frases que terminan por asustar a cualquier cristiano cuya conciencia ha estado bastante cantaletera por todas las cosas que se han acumulado, que aunque son pequeñas, poco a poco y una por una van haciendo una bola de sentimientos y errores que se va haciendo cada vez más pesada hasta impedir que podamos caminar hacia los brazos amorosos de nuestro Padre; porque no podemos con la verguenza o simplemente nuestro corazón nos dice que no somos dignos de estar en su presencia.
Tengo varias semanas que no puedo asistir a la Iglesia por cuestiones de trabajo, en un principio me dije que sería igual que Nehemías, estaría lejos del templo pero no de mi amado Padre. Pero poco a poco nos vamos alejando hasta que nos perdemos; poco a poco las oraciones se van haciendo cada vez más cortas, hasta que olvidamos algo tan sencillo y gratificante como agradecer por los alimentos en un restaurante por estar más pendientes de otras cosas que de aquellas que son verdaderamente importantes.
Extraño la tranquilidad y paz que me da estar en la casa de mi padre y hoy, una persona muy especial para mi, me hizo caer en cuenta de lo alejada que estoy de Dios. Para muchos ya estaba alejada, pero en mi corazón yo sentía que no pues le hablaba en las noches y durante el día. Hasta que HOY, cuando le pregunté por el tema de la escuela dominical me dijo:
No alcancé a escuchar toda la predica, pero hubo una cosa que escuché:
Jesús se llevó nuestros pecados en la cruz y que nuestro Padre está esperándonos con los brazos abiertos y nos despidió.
Pude sentir como Dios me habló en ese momento con esa pequeña frase, probablemente esa persona no sabía la importancia que tendrían esas palabras en mi vida y el impacto que causó en mi verlo agradecer por un trozo de pan que se llevaba a la boca, que sólo era un aperitivo. Él le agradecía a mi Papá, el rey de reyes por un simple aperitivo que se llevaría a la boca...
Allí, justo en ese momento, comprendí que aunque mi Padre seguía conmigo, yo me había alejado de Él. Me había dejado cautivar por el mundo y sus placeres, había dejado de ser una linda princesa del reino para convertirme en una plebeya más del mundo, una esclava sin la gracia ni el amor de Dios..
Me duele mi corazón al darme cuenta de esto, y no es cuestión de darme cuenta que cambié mi vestuario, ni de las 10 cervezas que me haya tomado en el transcurso del mes, ni del chico con el que me besé y todavía me gusta; es más que un cigarrillo en una discoteca y que terminar una hermosa relación con un hombre de verdad que me ama más que a ninguna otra mujer en la tierra porque simplemente no podía esperar al tiempo que Dios tenía destinado para nosotros.
Es cuestión de darme cuenta que me alejé de la persona más importante de mi vida, de quien sostuvo, guardó y protegió mi corazón por tanto tiempo, de esa persona que me tomo en sus brazos y me reconstruyó con amor cuando llegué a sus pies destrozada, temerosa y dolida. Es darme cuenta que partí el corazón de quien me ama con el más puro y eterno amor... es cuestión de darme cuenta que equivoqué el camino a lo brazos de mi Padre Celestial y que no sé como volver...